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Mi FloreSer


Un Camino de Alquimia, Sanación y Amor

Mi historia se teje en los relatos de las mujeres en la cocina, un legado que encendió en mí la pasión por la sanación y el arte culinario. Desde mi infancia en los bosques de Chiapas, aprendí que la cocina es un santuario sagrado, un espacio donde el alimento se transforma en medicina y el amor en el ingrediente esencial.

Crecí entre los rezos de mi abuela, acompañándola en la preparación del nixtamal y el cacao, mientras el aroma del ocote encendido perfumaba las mañanas. Aprendí que cocinar es un acto de gratitud, una forma de honrar la tierra y a quienes nos precedieron. En cada platillo, mis abuelas depositaban su sabiduría, enseñándome que la comida no solo nutre el cuerpo, sino también el alma.

Mi Viaje de Transformación

Hace 14 años emprendí un viaje que despertó mi vocación como chef, terapeuta en adicciones y coach en salud y bienestar. Desde entonces, he compartido con el mundo el legado que mis ancestros me confiaron: la cocina como un rezo vivo, la alimentación como medicina y el amor como la alquimia suprema.

Mi formación terapéutica ha sido un pilar fundamental en este camino. Creo profundamente que el equilibrio entre cuerpo, mente y espíritu es la clave para una vida plena. Mi cocina es un espacio de integración, donde los sabores se entrelazan con rituales sagrados, creando experiencias que sanan desde lo más profundo.

Durante cinco años, seguí una alimentación basada en plantas como parte de un proceso de sanación y desintoxicación de psicofármacos. En ese periodo, descubrí el poder transformador de la alimentación consciente, la meditación, la danza y el yoga. Estas prácticas me guiaron en mi camino como psiconauta, explorando estados elevados de conciencia a través de plantas sagradas y ceremonias ancestrales.

Los Hongos: Maestros de la Tierra

Los hongos han sido mis grandes maestros, guiándome en la comprensión del equilibrio entre el ser humano y la naturaleza. Me he sumergido en el estudio y la práctica de la psilocibina con fines terapéuticos, así como en el conocimiento de los hongos silvestres comestibles y los adaptógenos. Estos últimos, regalos de la Madre Tierra, enseñan al cuerpo a florecer en armonía, fortaleciendo la energía vital, regulando la homeostasis y despertando nuestra capacidad de autosanación.

Cada vez que consagro una planta, mi cocina se convierte en un portal de integración, un espacio sagrado donde se honra su mensaje y su medicina. La alquimia de los alimentos y la vibración de la intención crean un puente entre lo tangible y lo divino, recordándonos que la mayor medicina está en cada elección consciente que hacemos.


Un Rezo de Servicio y Comunidad

Creo en el amor que la Madre Naturaleza expresa a través de sus medicinas, en su infinita capacidad para sanar y en su manifestación como conciencia colectiva al reunirnos en la gran familia de la vida.

He sido testigo del renacer de muchos seres en esta Nueva Era Dorada, sanándose desde lo más profundo, vibrando en amor y despertando su presencia divina.

Mi camino es un rezo vivo, una ofrenda de gratitud a la vida. Me dedico al servicio amoroso, acompañando procesos individuales y grupales en retiros espirituales, co-creando con guías, abuelos y guardianes de la sabiduría espacios de contención y despertar del Ser.

Nos estamos reencontrando en comunidad, tejiendo una gran familia unida por la conciencia y el propósito. Conecto a productores, artesanos y sanadores en un movimiento que celebra la medicina ancestral, el arte y el consumo consciente a través de Tejiendo el Micelio.

Mi labor en la comunidad es organizar recaudaciones a través del arte y la colaboración, llevando alimentos a los niños y prácticas terapéuticas a centros de rehabilitación. En estos espacios, facilitamos meditación, beadwork, respiración consciente, alimentación consciente y el uso de hongos adaptógenos y cacao como herramientas de sanación holística.